Sobre el memorándum que fue presentado entre
Argentina e Irán por el atentado a la AMIA en 1994 que dejó 86 muertos y más
de 300 heridos, se escucharon gran cantidad de voces. Algunos comentaristas
reaccionaron, como suele suceder, demasiado: a favor o en contra.
Más interesante es la opinión de Juan Gabriel Tokatlian, académico especializado en relaciones internacionales, que remarcó
la ambigüedad del documento pero que asimismo dejó abierta la posibilidad de
que surjan avances si se siguen los pasos adecuados.
Joaquín Morales Solá, si bien marca algunos
puntos importantes, insiste de nuevo con su tendencia exagerada hacia mantener
el status quo mundial. Remarca a Irán como si sólo fuera un país villano, que
quiere conseguir bombas atómicas, y olvida mencionar que Estados Unidos -el
principal fabricante y primer creador- e Israel ya las poseen. Algunos dichos
de Mahmud Ahmadineyad, presidente de Irán, son indefendibles, sin justificación
y atroces. Pero su par Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, no se queda
tan atrás al insinuar, por ejemplo, que las muertes de algunos ciudadanos
cercanos a la frontera serían un mal menor. O al ir a la práctica, cuando se
escucha a un ex jefe de inteligencia israelí -es decir una persona involucrada y con acceso a información del más alto nivel- comparar las ocupaciones de territorios palestinos con las acciones de la Alemania nazi. Como vimos en este blog, la administración de Netanyahu desoye además las campañas pacifistas que realizan algunos de sus ciudadanos.
Es un plano geopolítico complicado.
Argentina, con el apoyo de Latinoamérica, deberá caminar con cuidado.
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