Películas que torturan I



-Pero, ¿qué entiendes tú por amigos? ¿Aquellos que parecen ser gente de bien, o los que realmente lo son aunque no lo parezcan? Lo propio digo de los enemigos.
-Es natural -contestó- que cada uno ame a los que cree buenos, y odie  los que cree malos.
Platón, La República.  



  Zero Dark Thirty, que mañana se estrenará en los cines argentinos como La noche más oscura, y la brasileña Tropa de Élite, un éxito en 2007 y con una segunda parte, tienen un punto en común. Ambas muestran torturas y de cierta manera, al parecer, las justifican.   

  Entender y justificar no es lo mismo. Se puede comprender mediante el análisis del contexto y las circunstancias cómo alguien llega a cometer un delito. Cómo todo –o mucho- quedó a disposición para que así sucediera. Pero eso no significa que sea justo, que ese acto no pudo ser evitado, que ese crimen no debe tener condena. 

  En la película brasileña se escucha a un personaje justificar sus acciones porque é guerra. La palabra se utilizaba en principio sólo cuando se hablaba de dos naciones. Las desviaciones en el lenguaje hicieron que fuera aceptada en otras ocasiones, pero no deja de ser simbólica. Esa representación, como se dijo y de todas formas, no excusa los tormentos. La tortura no está permitida ni siquiera en los verdaderos conflictos armados.

  Imaginemos por un momento que olvidamos que alguien que torturó, en todos los casos, debe ir preso. ¿Es efectivo? ¿Se ha demostrado, así como con los asesinatos de parte de un Estado, que con eso se logra algo? La respuesta es no. Rotundo y definitivo. Lo demuestra Estados Unidos en el presente. Brasil y la necesidad de crear la Unidade de Polícia Pacificadora como un experimento más digno y humano. Argentina y las dictaduras sepultadas. Colombia y los narcotraficantes. 

  Creo que los directores -como todo artista- deben ser cuidadosos. Las aclaraciones son necesarias si una obra aparenta justificar la violencia.
 

Documento internacional


  Sobre el memorándum que fue presentado entre Argentina e Irán por el atentado a la AMIA en 1994 que dejó 86 muertos y más de 300 heridos, se escucharon gran cantidad de voces. Algunos comentaristas reaccionaron, como suele suceder, demasiado: a favor o en contra.

  Más interesante es la opinión de Juan Gabriel Tokatlian, académico especializado en relaciones internacionales, que remarcó la ambigüedad del documento pero que asimismo dejó abierta la posibilidad de que surjan avances si se siguen los pasos adecuados. 

  Joaquín Morales Solá, si bien marca algunos puntos importantes, insiste de nuevo con su tendencia exagerada hacia mantener el status quo mundial. Remarca a Irán como si sólo fuera un país villano, que quiere conseguir bombas atómicas, y olvida mencionar que Estados Unidos -el principal fabricante y primer creador- e Israel ya las poseen. Algunos dichos de Mahmud Ahmadineyad, presidente de Irán, son indefendibles, sin justificación y atroces. Pero su par Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, no se queda tan atrás al insinuar, por ejemplo, que las muertes de algunos ciudadanos cercanos a la frontera serían un mal menor. O al ir a la práctica, cuando se escucha a un ex jefe de inteligencia israelí -es decir una persona involucrada y con acceso a información del más alto nivel- comparar las ocupaciones de territorios palestinos con las acciones de la Alemania nazi. Como vimos en este blog, la administración de Netanyahu desoye además las campañas pacifistas que realizan algunos de sus ciudadanos. 

  Es un plano geopolítico complicado. Argentina, con el apoyo de Latinoamérica, deberá caminar con cuidado.  

Podrían estar ahí



La intervención militar continúa en Malí. No sabemos cómo quedará la rutina de sus habitantes. En la foto se ve una escena de todos los días; sus protagonistas no parecen quejarse. Alguno –el del frente por ejemplo- podría estar contento. Pero habría que ver si ese charco aún existe.


Foto en Malí · 2011 · Por Ferdinand Reus

  Él se ríe. Su caballo debe estar contento al haber encontrado agua. La emoción del animal se habrá notado en sus movimientos con ansiedad, como los de un niño, y a él le habrá surgido una carcajada. Su vestido, azul como el cielo en algunas tardes, se mantiene limpio. Él -ellos- anda por la tierra pero logra seguir el camino sin manchas.


  Observe el lector lo cotidiano de las figuras que la foto presenta. Las líneas y los tonos. Pareciera un cuadro antiguo si quitáramos algunas cosas. Sin embargo fue tomada el año pasado en Malí. Los colores. Además del mencionado vestido hay otras cosas que concentran el foco de atención. Imagine el lector cómo sería la radiografía si se sacara luego uno de esos mapas, utilizados para investigaciones de publicidad, sobre dónde apuntamos más los ojos. 


  Está el balde rosado de lo que parece ser una señora -acaso un hombre- a la derecha. El vestido de rojos, amarillos y grises de la señora hermosa en el centro. La otra agachada con su vestido verde y una gorra que se podría discutir si hacen juego. La señora también a la derecha con su hijo amarrado en la espalda, que deja las ojotas en el suelo porque se calzará; el niño tiene un tapado con un dibujo de seis colores diferentes, algo infantil.


  Hay una bicicleta dejada sobre el suelo, con la chapa y pintura impecable, que el lector podría tentarse y robar. Y las pelotas de fútbol, infaltables para el viaje, sobre el diminuto colectivo. ¿A quién no le podría entretener ver a esos tipos correr tanto, tanto, como si así se escaparan de sus vidas? 


  La situación de la imagen pasó y que se repita, al menos de manera semejante, es una posibilidad. Mientras que no pasen aviones de combate y hagan volar todo. El señor del frente no debería dejar manchar esa digna prenda.