Escribir

Reflejo de una introspección

Cómo me cuesta. Tanto como vivir. Pero no puedo dejar de hacer ni una de las dos. Y por eso lo intento todos los días, de una u otra forma. Con tinta o virtualmente. Lo pienso todo a su alrededor. Si salgo a correr es para poder descargar el sobrante de energía que no me permite estar sentado. Si me baño, es para no tener tanto calor en ese momento. Si como, es para que el bicho en la panza no me interrumpa en algún momento de reconstrucción. Necesito siempre de estimulantes (mate, café, otro mate, té después de comer). Soy obsesivo con el asiento. Lo muevo para adelante y para atrás, para un costado y el otro. Lo arrojo contra la pared por no acomodarse como quería. Trato que una de las patas con rueditas quede en el centro. Le echo culpa sino logro concentrarme. Ah, escribir, cómo cuesta. Encima que hace calor.

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