y trigales infinitos, de lunas azules y de un tiempo sin tiempo.
Jorge Teillier, El molino y la higuera.
Zero Dark Thirty tiene oscuridad y claridad como hay en la vida
según su directora. Bigelow contestó -en una reciente entrevista para la revista
Time- que la tortura le parecía algo reprehensible, es decir algo objetable,
digno de condenación. La periodista que la entrevistaba contó que la artista no
dudó al responder. Pienso que es una película profunda y moral -dijo
Bigelow- que cuestiona el uso de la fuerza. Discute qué se hizo bajo la
intención de encontrar a Bin Laden.
Michael Hayden, que fue director de la CIA en la época que se muestra en el filme, defendió su trabajo. Dijo que las escenas de tormentos a los
prisioneros estaban equivocadas y que se confundía lo sucedido en lugares como
Abu Ghraib y Guantánamo con lo aplicado en las zonas negras de la CIA.
Según sus palabras, lo realizado en esos sitios eran técnicas estrictamente
controladas e interrogaciones clínicas.
Fue clara su intención de diferenciar los términos: Hayden quiere
cambiar las palabras con las que se representa lo mismo. La tortura. El delito.
La última oración que se escucha en Zero Dark
Thirty es una pregunta. ¿Adónde queremos ir?
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