Constancia

Reflejo de una introspección
Esa palabra me trae muchos recuerdos. Desde niño mi vieja me decía que era mi característica principal. Se lo dijo a un doctor que trataba de curarme (fui incorregible por suerte). Es que me temblaban demasiado las manos pero igual trataba de enhebrar una aguja. Una y otra vez. Transpiraba e igual seguía. Quería llorar e igual seguía. No veía e igual: hasta que lo lograba. Constancia. No soy inteligente. No tengo facilidad con los deportes. No nací con el don de la escritura. Mi memoria es más selectiva que lo normal. Cómo hago. Constancia.

Comunicación nueva

Cualquier persona con un poco de sensatez sabe que no se puede tener más de tres o cuatro (cinco o seis, a lo sumo diez, con mucho esfuerzo) amigos verdaderos. Los otros son compañeros de juego. El problema de Facebook, por ejemplo, es verdaderamente el uso de palabras que tiene (tan importantes que son). Si en vez de amigos para referirse a tus cientos de contactos, diría compinches por ejemplo, sería más acertado. ¿A qué viene esto? A que la comunicación a través de las nuevas tecnologías siempre será incompleta y ambigua. En muchas oportunidades no queda otra alternativa que usarlas constantemente. Como cuando la distancia separa a personas que se quieren. Habrá que luchar contra la frialdad de los teclados y las cámaras entonces. Y creo que se puede ganar esa batalla, después de todo, pero con precaución. El incongruente se presenta cuando ya no son necesarias las pantallas para una charla pero igual se mantienen. Y virtualmente no se distingue el movimiento de los ojos (tan lindos que son), el modular de una boca, la tonalidad de cada palabra, una pierna que se sacude nerviosa. Tal vez para algunos de los que leen esto la diferencia se detecta fácilmente. ¿Pero qué tal los chicos que nacen con Internet cerca? Habría que aclarar el tema.

La perdición de un recital


Fui a uno de los recitales de Metallica en River. Cómo me gustaría que personas como Abel Posse, que creen que el rock es otra muestra de la perdición de los jóvenes, asistieran a una fiesta de estas. No deja de asombrarme el pacifismo con el que se manejan los que concurren vestidos de negro. La mayoría, claro. Porque están los que demuestran su cobardía (como los que insultan a los gritos resguardados en una tribuna de fútbol). Si te caés en el medio de un pogo al instante encontrás varias manos que te rescatan de las pisadas. Si bajás para atarte los cordones se forma una ronda a tu alrededor como si te hubieras accidentado. Es automático. Las reglas son claras. Si sólo querés apreciar la melodía, debés quedarte desde la mitad del estadio para atrás. Si tu intención es saltar con los estallidos de bombos y cuerdas, no te queda otra que colocarte los más adelante que puedas. Como en todo, se pierden y se ganan cosas. Lo que se cree del pogo tiene su parte mítica y su parte real. No es tan inaguantable estar allí. Es un esfuerzo físico, sí, pero no mucho mayor a jugar un partido de rugby. Y se transforma también en un ejercicio de supervivencia. Sobre todo si es enero y con la temperatura que quiere llegar a los cuarenta. Significa pasar varias horas (por lo menos tres, pero pueden ser mucho más en el caso de los fanáticos que desde la mañana hacen cola para entrar al estadio): sin tomar agua, sin comer, apretujado entre miles de otros, y parado, y a los saltos en tal caso. Al volver llevarás contigo el símbolo innegable de moretones y transpiración de un centenar de otros. Pero quién te quita lo saltado. Y te podés perder, sí, de los que te acompañaron. Pero se soluciona con poner un punto de encuentro cerca de la salida.

Una solicitada | Escuché


-Una carta de queja hay que mandarle –dijo el viejo.
-Sí, y un email –aportó el hijo, que parecía de unos cuarenta-, te aseguro que se lo haré llegar. Y una solicitada. Más aún, iré a Defensa al Consumidor también.
El nene de la tercera generación iba en el medio dándole la mano a cada uno. Escuchaba atentamente. Los tres entraron a un supermercado luego.

Escribir

Reflejo de una introspección

Cómo me cuesta. Tanto como vivir. Pero no puedo dejar de hacer ni una de las dos. Y por eso lo intento todos los días, de una u otra forma. Con tinta o virtualmente. Lo pienso todo a su alrededor. Si salgo a correr es para poder descargar el sobrante de energía que no me permite estar sentado. Si me baño, es para no tener tanto calor en ese momento. Si como, es para que el bicho en la panza no me interrumpa en algún momento de reconstrucción. Necesito siempre de estimulantes (mate, café, otro mate, té después de comer). Soy obsesivo con el asiento. Lo muevo para adelante y para atrás, para un costado y el otro. Lo arrojo contra la pared por no acomodarse como quería. Trato que una de las patas con rueditas quede en el centro. Le echo culpa sino logro concentrarme. Ah, escribir, cómo cuesta. Encima que hace calor.

Ayuda para Haití


*Catedral de Puerto Príncipe. Foto de Naciones Unidas.
George Bush fue designado como uno de los representantes de Estados Unidos para la reconstrucción de Haití. Qué delirio. El desastre de Katrina demostró que el ex presidente estadounidense no tiene la menor idea de cómo actuar en esos casos (al respecto está el libro de Hinde Pomeraniec, Katrina, el imperio al desnudo). ¿Por qué Haití debe sufrir tanto? Fue la primer nación latinoamericana en independizarse. Surgió del nivel de esclavitud en el que mantenían a los negros, que encontraron su refugio e impulso en el vudú. Historia que se puede conocer de la mejor manera con El reino de este mundo, del cubano Alejo Carpentier. Y tratar de entender un poco lo real maravilloso de esa nación que no deja de asombrar.

Resistencia con las esculturas


*Escultura Bosque. Tomada de la web Chapay, recomendada para conocer el arte de Resistencia.
La capital de Chaco es reconocida mundialmente como la ciudad de las esculturas. Sus habitantes caminan rodeados de obras de arte valuadas en miles de dólares. A la mayoría se las respeta, a otras no. Cada dos años se realiza el festival; antes era todos los años, hasta que se redujo el presupuesto. Escultores de diversos países llegan entonces para realizar sus obras al aire libre y en presencia del que lo desee. En 2010 toca la Bienal, y se promete una edición especial por el bicentenario nacional.

Depender del aire


Había cortes de electricidad programados. Eran constantes en Resistencia, Corrientes (la más afectada) y Formosa. De uno y el otro lado del puente cada tanto todo quedaba oscuro. De repente el aire acondicionado dejaba de tirar y entonces comenzaba el castigo. Es que en estas ciudades, donde la temperatura pasa comúnmente los cuarenta grados, los habitantes son dependientes del frío fabricado. El clima lo condiciona todo. Sin aire no se trabaja, no se duerme, casi no se vive. El momento sólo puede servir para pensar y quejarse, con un tereré que acompañe. El problema fue que un transformador dejó de funcionar. Llegó otro de repuesto y se reparó el anterior. Aunque la oposición culpaba a los gobiernos de ineficiencia en el área. Para vos no es tanto, me dijo un amigo, porque sólo estás de paso. Nosotros vivimos paralizados. Y así era. El suplicio continuara allí si vuelven a fallar, de a ratos.

Resistencia con el tránsito


*Vista de la peatonal de Resistencia, terminada en 2009.
No existen reglas. O nadie las respeta. Ninguno. El tránsito en la capital chaqueña no tiene nada que envidiarle a una de esas ciudades de la India que se suele ver en algún documental por tevé. Las motos abundan. Van en zigzag por donde quieren. Establecieron que los motoqueros debían llevar cascos obligatoriamente recién a fines del año pasado. Fue después de sucesivos accidentes mortales. Ser peatón tampoco es fácil. Nadie te cederá el paso ni por casualidad. No hay espacio para las bicis. Y lo común es terminar a los golpes por un pequeño roce. Es una diferencia que noté con Buenos Aires: se putean todo el tiempo pero no vi que bajen a golpearse por un choque. En cambio aquí el salvaje en seguida despierta. Algunas cosas todavía se arreglan a la antigua.

No comeré más carne

Reflejo de una introspección

No fue una decisión forzada. Simplemente desde el año pasado, que comencé a cocinar más seguidamente otra vez (en el trabajo comprábamos hecha), la carne se ausentó de mis platos. Recuerdo que unas estadounidenses que vinieron de intercambio a Buenos Aires me hicieron notar qué otros beneficios supone. Ellas venían de una comunidad en la que la mayoría se alimenta así desde el nacimiento. Es que sirve también para aportar al mantenimiento del ecosistema, del medio ambiente. Yo creía antes que sólo era por decir hay, pobres animalitos. No es una cuestión de gustos y puede implicar algunos sacrificios. Igual el cuerpo también lo agradecerá eventualmente. Eso sí, es necesario informarse bien sobre la reposición de proteínas. Todavía no lo hice pero ya no comeré más carne. Y sí les molesta, problema suyo. Y si lo pienso más por supuesto que no tiene ni sentido. Pero eso qué importa en esta vida.

No escuché

*Atardecer en el aeropuerto de Resistencia. Foto por Pablo Maldonado
Estoy hace quince días en Resistencia y no pude recolectar ni un Escuché hasta ahora. Lo charlé con otros a ver qué opinaban. La conclusión, quizás obvia para algunos y que ya la pensaba un poco: las personas en Chaco son mucho más calladas que en Buenos Aires. O al menos más disimuladas. Un viaje breve en colectivo por suelo porteño me significa una página de frases robadas e interesantes. En cambio son susurros por aquí. O el silencio. Las parejas miran afuera agarradas de la mano. No quieren compartir su vida con los demás. Los mensajes abundan, las llamadas no. No existe el Nextel. Nadie alardea con lo que puede decir. Nadie se irrita si el otro no le contesta, ni siquiera los remiseros. Me entiendo un poco más.

Hay, pobre

Reflejo de una introspección

Evito la lástima. Me parece que es una de las cosas más atroces que se pueden sentir y expresar. Su momento de éxtasis total es cuando alguien pronuncia: ¡hay, pobre! Pobre, otra palabra que detesto tanto. Y si se lo dice al apuntar con el dedo a un chico que está en la calle, peor. En todo caso pobre vos (y yo), que necesitás de tu celular y de Facebook para sentir un poco de felicidad. A ese chico le alcanza con un plato de comida para sonreír. ¿Quiénes son los pobres? ¿Acaso es una raza como los Orcos del Señor de los Anillos? No señor, son personas en situación de miseria porque no se tiene democracia en la economía. Ya sé, exagero con lo de la frase. Porque termino por irritarme al escucharla hasta cuando realmente no quieren decir eso, o no tiene nada que ver. Es que ya la oí tantas veces con un aire de lástima que me generó rechazo total. Pensalo. A ver si te gustaría que alguien se compadezca de vos. No me sirve que me mires con esos ojos y la cabeza torcida.