Reflejo de una opinión
Después de ver Psyco, uno de los últimos documentales de Michael Moore, me quedó en la cabeza el primer testimonio de un señor que se cortó dos dedos de una mano al trabajar con una sierra. Él contó que al llegar al hospital, con las partes amputadas en un recipiente con hielo para que no se le pudrieran, lo primero que le explicaron es cuánto costaría cocerle cada uno (no tenían el mismo precio). Tuvo que decidir por uno, el más barato, porque apenas llegaba a los miles de dólares que le solicitaban. Hablamos de un ciudadano estadounidense, de clase media, nacido en ese supuesto primer mundo. El mundo está lleno de contradicciones, y Estados Unidos también. En el país con más avances tecnológicos en medicina, el sesenta por ciento de los ciudadanos no poseen cobertura médica. La medicina gratuita no existe allí y los medicamentos cuestan más caros. Por eso el presidente Barack Obama impulsa con tanto énfasis la reforma sanitaria.
Por eso, antes de idealizar otras vidas e imaginar paraísos, primero habría que agradecer por lo que se tiene. Porque, si bien la atención no siempre es la mejor ni las condiciones tampoco (y existen problemas con los salarios de los médicos en algunos lugares), nadie le negará la entrada a uno en un hospital público argentino por no tener dinero en el bolsillo.
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