A los costados de la autopista ya no se ven casas ni calles, pero esto sigue siendo Buenos Aires. El menemismo perfeccionó el concepto de Gran Buenos Aires achicando Buenos Aires: al transformarla en una ciudad más pobre y –dicen- más peligrosa, tuvo que integrarle zonas que antes no eran suyas. Para tranquilizar a los ricos inventó comarcas, que antes no existían, donde los acaudalados aprensivos pueden vivir estilo campo y trabajar en la ciudad. O sea que ahora hay signos de la ciudad hasta mucho más allá de la ciudad (…) (Martín Caparrós, El interior, 2006).
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