El final de la obra

-No era así antes –dice la señora, de 89, que se agarra fuerte del brazo ajeno-. Hasta hace poco podía caminar sin problemas, sola, por la calle. Que desastre, que terrible.
El deseo más fuerte es el de morir, el de estar muerto, para aplacar tensiones. Nos morimos por eso, porque el cuerpo es un agujero que sólo se llena del todo con la muerte. Yo había alcanzado ese deseo en vida, lo que me daba una fortaleza excepcional frente a quienes ni siquiera tenían conciencia de que lo que de verdad deseaban más que ninguna otra cosa era estar muerto (…) (Juan José Millás, Tonto, muerto, bastardo e invisible, 2008).
Si no sos religioso, ¿qué te detiene para no decidir cuándo acabar tu vida? ¿Podés criticar al director de orquesta británico (85) y a su esposa (74) que, ya bastante enfermos, viajaron a Suiza (país en el que el suicidio asistido es legal para los ciudadanos y los extranjeros) a concretar su fin?

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