Como si fuera un capullo

El frío en su máxima expresión. Se siente en la cara, en los pies, en los brazos, en las orejas; en fin, en el cuerpo entero. Encima la tenue e insistente llovizna no para de fluir. Aunque tengo el alivio de que dentro de diez minutos estaré en mi hogar. ¿Cómo debe ser si uno carece de un refugio, de una buhardilla por lo menos? Una noche se transforma de esa manera en una serie continua de tortura. El dolor, el fuego, las ganas de escaparse. (Voy en un taxi y veo a una persona acurrucada contra la pared de una iglesia, como si fuera un capullo, cubierto de papeles y mantas).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario