Concordia inundada

*Imagen por Gabriela Casas
Agua, que los porteros de Buenos Aires derraman en las veredas a las cuatro de la mañana. Agua, que los padres arremeten contra sus autos para hacerlos brillar. Agua, que mi inodoro pierde y deja llegar hasta la alfombra porque el plomero quiere ahorrar. Agua, que según una editorial del diario La Nación es un recurso muy renovable (ya fue demasiado). Agua entonces, que en algunas zonas de la ciudad entrerriana de Concordia avanzó hasta seis cuadras después del río y se metió tanto en casas humildes como residenciales. La inundación causó más o menos 8100 evacuados hasta ahora y se estima que no se retirará para las fiestas de fin de año. Cómo puede ser que haya crecido tanto, pregunta un vecino. El olor a repelente prevalece por el miedo a que los mosquitos surgidos acarreen el dengue. Algunos, ya refugiados, buscan en qué trabajar para ocupar el tiempo y la cabeza. Es difícil no pensar en que tu vida está rodeada de agua.

2 comentarios:

  1. El agua, tan odiada y anhelada al mismo tiempo...

    Puedes creer que en la Sierra Nevada de Santa Marta, en Colombia, nacen 75 ríos¡75 ríos!...Y Santa Marta no tiene acueducto; algo tan sencillo como poner tubos y que baje el agua ¡Pues no!, la gente de ciertos barrios no tiene alcantarillado... El agua, tan plural y tan de nadie.

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  2. Es cierto eso de tan plural y tan de nadie, Carlos. Gracias por el comentario. Asimismo en Chaco: algunas zonas están inundadas, y en cambio en partes del interior, cerca del Impenetrable, se complica conseguir agua potable. La contradicción permanente. ESG

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