• Te encontrás en Buenos Aires en estos días, la ciudad en la que naciste y que dejó de ser tu lugar de residencia hace unos años. ¿Cómo ves a la sociedad actual, en el sentido de si te parece que en ella se identifica una cierta sensación de guerra como tantos otros lugares que conociste?
Resulta tan triste como curioso… hace 15 años salí al mundo para contar historias de postergación, de violencia, y cada año que pasa la Argentina me la impresión de transformarse más y más en ése escenario. Una Argentina escindida en ricos y pobres, en que se ha roto el contrato social, en la que el sálvese quien pueda prevalece. Cada día la sociedad se encuentra más enfrentada, escindida. Creo que todo comienza con un Estado corrupto, ineficiente, frívolo, que no vela por los ciudadanos, y luego las relaciones se van corrompiendo en toda la escala social.• Leí que muchos tildaban a la canadiense Amanda Lindhout de inexperta al exponerse tan bruscamente en Somalia. ¿Qué opinás sobre que un periodista debería prepararse especialmente para ese tipo de trabajo de corresponsal?
Esas afirmaciones me decepcionaron. Amanda tenía un importante currículum para su edad, y no conozco cuán seriamente preparó el viaje a Somalia. Resulta fácil juzgar a posteriori, a toro pasado, como se dice en España. Si creés en lo que hacés, si te apasiona, entonces convives con esa posibilidad siempre latente de que todo se vaya al carajo, lo que no deja de implicar que prepares el viaje a conciencia, que intentes minimizar las posibles contingencias. Pero más allá de esto, de toda la profesionalidad que le podés imprimir a tu trabajo, en las zonas en conflicto es tal el caos que hay factores que se te escapan y que nunca podrás controlar.• El que lee tu libro Llueve sobre Gaza puede meterse en las entrañas de lo que es un conflicto tan complicado como el palestino e israelí. Uno puede sentirse un prisionero más en Gaza. ¿Cómo ves esa situación a casi tres años de haberla conocido tan personalmente?
Creo que Gaza es una de las grandes vergüenzas de la humanidad. Con su bloqueo Israel provoca hambre y enfermedades a los habitantes de Gaza. Los está matando lentamente. Y el mundo mira para otra parte. Recordemos que los habitantes de Gaza son esos mismos a los que se echó de su casa hace 60 años para crear Israel. La ecuación es abominable: lo echás, lo encerrás y lo matás lentamente. Encima, cuando se quieren rebelar, los llamás terroristas. Esta película ya la hemos visto, pero Gaza se llamaba Gueto de Varsovia. En mi libro traté de alertar sobre esta situación que no hizo más que ir a peor. Al igual que en el Sáhara y en todo lo relacionado con el comercio y la fabricación de armas, la actuación del gobierno de Zapatero fue nefasta. Moratinos debería irse ya a su casa. Ni la derecha más rancia podría haberlo hecho peor.