Sonrisa primero

                                                                                      Irak | Foto por The U.S. Army
La ternura de la imagen es impactante con la primera mirada. Dan ganas de felicitar al fotógrafo, por captar tan locuaz momento; y de darle la mano al soldado, por encontrar paz donde no la hay. Pero lo más probable es que, en un primer enfoque de lo que sea, uno se equivoque. O la cosa no sea tan así como se creía. Qué sencillo que sería si nos quedáramos sólo con las primeras apariencias. Un mundo sin angustia. La nena sonríe y acepta colocarse los anteojos. El soldado la sigue con la vista complacido, divirtiéndose, como si fuera el tío o el hermano mayor. Pero el soldado tiene un arma grande, una chica o varias, granadas, casco, guantes, fuerza. La nena pudo haber estado pensando: mejor sonrío y hago esto antes que me llene de tiros. O tal vez: reite a ahora, ya llegará el momento que vengue a mis hermanos. Y no sólo eso, atrás sonaban bombas contra edificios y repiqueteaban algunas metralletas en pleno fusilamiento. El primo de la chica se hacía explotar en un colectivo. En verdad todo eso último no ocurrió, pero pudo haber sido. Y en el mismo instante de esa imagen tan tierna.

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