El círculo de los locos quilomberos

-Yo le grito, con alguien me tengo que desquitar.
-A mí me da lástima –le responde el compañero y me hace pensar: ¿quién es él para apiadarse de los demás?-, pobre.
-¿Para qué trabaja ahí entonces si es un inútil? ¿O para qué trabaja para esa empresa [hablaban de Fibertel, que otorga servicio de conexión a Internet]? Con alguien me tengo que desquitar.
[Conversación de una chica universitaria de clase media con un compañero y una compañera de la misma situación y clase.]

Es la sociedad de los vivos, de los quilomberos; la de a ver quién levanta más la voz. En ella si sos una persona pacífica y de diálogos, quedás descolocado.
Es desagradable cuando alguien abusa de su poder (al ser jefe de otros por ejemplo) para conseguir algo. Así también los hombres cuando son machistas y babosos. Pero, ¿por qué estos individuos se mantienen con esa forma de ser y no se decepcionan? Respuesta: ¡porque tienen éxito! Siempre hay algún secuaz, siempre hay alguna mina que le da la hora y mucho más.
De la misma manera (y si, se vuelve a lo del chancho, que últimamente tiene la culpa hasta de la gripe A. ¿El que come o el que lo alimenta? O algo así) en la sociedad en la que vivimos sólo algunos se los tiene en consideración: al que patalea, al que grita, al que corta las calles; si, che, el vivo, el quilombero. ¡Ese si que aprendió!
Así también el que recibe las malas energías del otro debe devolverlas. ¿Cómo te vas a quedar callado? Gritale también. Así se completa el círculo. No importa que se solucione el trámite que se reclamó, hay que aliviar las propias tensiones.
-¿Cómo dejás que te diga eso? Yo sabés cómo le contesto…
Viva la guerra. Viva la crispación. Viva la pepa ya que estamos. Un mundo de locos en el que cuando uno grita se olvida que al llegar a su propio trabajo recibirá más gritos; total ya tendrá con quién descargarse. Un mundo en el que todos se quejan de su vida aunque ninguno hace nada para cambiarla.
Y encima nos da la cara para preguntar sorpresivamente de dónde salieron los políticos como los kirchneristas. Tan prepotentes que son. O los dirigentes del campo. Que la verdad que se les pasa la mano; demasiado vengativos. Es que ellos ya se dieron cuenta: ¡hay que hacer quilombo, che! ¿Convendrá construirse una choza cerca de una playa en un campo perdido y vivir con las estrellas? Al estilo menonita.


2 comentarios:

  1. Fatalmente real tu post, Sebas...

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  2. Que culpa tendrá el del call center. Pero entonces, seguro el se va a descargar con alguien más, asi que lastima no...

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