Por añadidura, los argentinos vieron cada vez menos televisión, hasta que la abandonaron también. Es que inclusive las mujeres aseguraban que perdía la gracia al no tener nada que compitiera con sus telenovelas. Así, de repente se empezó a escuchar nuevamente, por las calles porteñas y en el interior del país, apellidos como Borges, Cortázar, Fontanarrosa, Gelman; y se comentaban alegremente las historias de sus respectivas novelas, cuentos o poemas. Así, en tres décadas el país del Cono Sur se convirtió en la hegemonía mundial irreversible. Y así seguimos. Cuentan que por muchos años Estados Unidos había tenido ese papel, y que por un breve periodo también China. Creer o reventar, diría alguien de esos tiempos (...)
2009 - 2
La segunda parte del prólogo:
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