<<¿Qué tienen en común el calentamiento global, la crisis de la Eurozona y las masacres en Siria? Que nadie tiene el poder de detenerlas (...) Es como ver una película a cámara lenta, en la que un autobús lleno de pasajeros corre hacia el precipicio y su conductor no frena ni cambia de dirección. El problema es que somos los protagonistas de esa película; en ese autobús viajamos todos. En el mundo de hoy todos somos vecinos y lo que pasa en otra casa —por más remota que parezca— nos termina afectando (...)>>
Columna de Moisés Naím el domingo 29 de julio en El País. Artículo completo.
Arder para despertar
Prenderse fuego es una forma extrema de manifestación política mundial. Thich Quang Duc, monje budista, la practicó en junio de 1963 para protestar frente a las medidas opresivas de lo que solía ser el gobierno de Vietnam del Sur. Ayudó a muchos a pensar sobre el tema y otros monjes siguieron su camino en los sucesivos años de la guerra estadounidense en ese país. Mohamed Bouazizi realizó, un día de diciembre de 2010, algo similar en Túnez. Fue una mecha para la revuelta que derrocaría al gobierno dictatorial de su nación (luego de 23 años) y daría aire a la llamada primavera árabe. Los episodios de quemarse a lo bonzo son muchos más (República Checa, países del norte de África, Checoslovaquia, India este año) y continúan dándose, sólo que no siempre llegan a ser mediáticos. Rage Against the Machine, banda de rock estadounidense, le dedicó su tapa a la imagen de Quang Duc mientras ardía. Uno de los temas del disco se titula Wake up. Habrá que despertar frente a personas que arden.
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