Más sobre Siria
El conflicto
interno continúa y, con más de un año de duración, algunos
organismos estiman la cifra de muertos en veinte mil. La noticia de
la diserción del primer ministro ayer fue importante. Demuestra las
contrariedades en las propias filas del presidente Bachar el Asad,
que en muchos casos son secretas por miedo a las represalias. En este
periodo llegaron repercusiones de abusos con violencia de parte de
ambos bandos; tanto del gobierno como de la oposición. Si bien el
lado de los que quieren modificar el régimen establecido asimismo
tiene divisiones internas. Están, por ejemplo, los del Ejército de
Liberación Siria y del Consejo Nacional Sirio; por el otro los
representantes de 10 organismos que recientemente firmaron una
declaración en Roma. Los primeros sostienen la lucha armada y están
a favor de una intervención militar extranjera. Los segundos querían
una revolución pacífica con elecciones y tienen miedo de que las
potencias utilicen el caso sirio como excusa, por ejemplo, para
aislar más al régimen de Irán. El Consejo de Seguridad, por su
lado, sigue paralizado por los vetos de China y Rusia. Las ciudades
de Damasco y Alepo se convirtieron en las últimas semanas en
escenarios de batallas sangrientas. La Cruz Roja Internacional, antes
de retirarse del lugar, declaró la situación como guerra civil. Es
decir, claro, que continúan las muertes por el conflicto e
internacionalmente no se sabe cómo frenarlo.
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