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Foto por María Antonella Aranda |
La casa como reflejo de la vida, llena de agua sin movimiento. Felisberto Hernández escribió el cuento "
La casa inundada" en 1956. El uruguayo había estudiado a Freud, por lo que sus relatos están ciertamente influenciados por sus teorías. Cuando se inunda la casa o la vida un problema podría ser verse reflejado a cada rato. Al asomar la vista fuera del bote aparecería esa imagen borrosa y deformada de la propia cara. Se tendría más de una sombra, con la casi obligación de pensar más sobre uno mismo. Razoné muchas cosas con este relato (además de las recién mencionadas) pero principalmente en dos. La necesidad que se debe tener, si uno es escritor, de llegar por ejemplo a remar el pequeño barco de una gorda desconocida para tener qué comer. Y en los rituales, sobre todo los de la muerte. Margarita -la gorda- prende velas y las deja flotar en el agua. Así recuerda a su esposo. Ese es su cementerio, alivio piadoso para algunos.